Por Caro Cuenca E.
La jornada de descuentos denominada “Black Friday” o viernes negro, se ha
convertido en el día del consumismo por excelencia, es una fecha especial para
los compradores que creen en el status de las “buenas marcas”, quienes aprovechan las rebajas, promociones y
descuentos; se endeudan con su tarjeta de crédito y pagan durante todo el año.
En Estados Unidos, país de origen del “Black Friday”, los
consumidores viven con emoción este día. Los compradores hacen largas filas y hasta se amanecen fuera
de los locales comerciales para ser los primeros en ingresar y no permitir que
los otros consumidores, que se convierten en sus enemigos, se lleven sus
anheladas rebajas.
En el Ecuador, el viernes negro se acomodó a la cultura. En
muchas tiendas, el “Black Friday” se extendió a varios días con el fin de dar
oportunidad a los que dejan todo para el último, en nuestro país, un día no
puede ser suficiente para los olvidadizos o impuntuales.
Alrededor del “Black Friday”, la publicidad en la televisión es
fuerte, dinámica y convincente y
reafirma al hombre inseguro de la ciudad presentándole un mundo donde todo lo
que quiso está a su alcance. La publicidad reiterativa orienta el
comportamiento hacia el consumo de productos,
proyecta una imagen exquisita de precios bajos que hace un efecto
espumante y fúrico en los espectadores.
Los productos se revisten de características emotivas, poseen
un valor simbólico que sobrepasa su realidad objetiva y los consumidores lo
idolatran, porque ellos solo quieren estar en onda con lo importado, lo joven y
lo fácil.
El furor que el “Black Friday” causa en los consumidores,
devela la llamada “cultura huachaca” de
Pablo Huneeus, una nueva manera colectiva de ser: la histeria se apodera de los
compradores cuando lo que viene de afuera baja de precio y gusta más que lo
propio.
Las ansias de ascenso social de los huachacas se satisfacen
con la publicidad del viernes negro y son impulsados hacia las tiendas para
adquirir lo que les va a dar distinción. En este ascenso, celebran lo fácil que
fue conseguir unos jeans o unos zapatos, pero no lo expresan con voz alta, pues
siempre, para los huachacas comprar en rebajas será de mal gusto.
Los huachacas evaden el conflicto de gastar el dinero al
momento de adquirir los productos y lo hacen a través de las tarjetas de
crédito y las facilidades de la compra. Aunque no tengan el dinero físico para
adquirir lo que desean, ellos tienen la “ventaja” de contar con un dinero de
plástico que les permite diferir sus compras durante el próximo año.
En la compra, el consumidor sufre una pérdida de la capacidad
racional para actuar y es interferido por la emoción de tener algún producto.
Los consumidores son expuestos a reacciones de compra basados en la más intensa
emotividad social.
El viernes negro se implantó en el Ecuador, al igual que
otras celebraciones extranjeras, y se trata del día donde los huachacas pueden
conseguir lo que normalmente no podrían en el resto del año, se ha convertido
en el alma de la sociedad de consumo y apoyada por la publicidad va manipulando
anhelos y moldeando gustos para crear nuevos estilos de vida.
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